CALMA DESTROZADA
Francisco de Sales
Me duele tu presencia.
Estaba viviendo en paz,
ajeno a tu veneno,
hasta este momento.
Has aparecido en mi pensamiento
usurpando el sitio
que reservé para tu olvido.
No tienes derecho
a rebelarte contra el destino,
ni a regresar de tu destierro.
Estaba más tranquilo sin ti.
Respiraba bien,
latía acompasadamente,
y era levemente feliz.
Ahora,
reniego,
me ahogo en negro,
me muero entero,
y me rindo al duelo
de tener que olvidarte de nuevo.