ENCUENTRO
Lo primero que vi de ti fue un resplandor,
una luz preñada de luz que explotaba
salpicando con destellos colmados de vida,
anticipando tu inminente presencia,
presagiando lo especial que eres.
Después, tuve cerca tus ojos habladores
y sentí la risa de tu cálida mirada;
recorrí con la vista tu pelo, tu cuerpo, tu altura;
adiviné el tacto suave de la piel que te encierra
y todas esas sensaciones que me invadieron
tuve que grabarlas con la memoria en la memoria
para que al llegar el momento del hasta pronto
siguieras conmigo toda entera, grabada a fuego.
Así podría acercar mis manos a tus manos,
mi boca a tu boca,
mi pecho a tu pecho,
y mirarte sin vergüenza,
sin prisa,
cada vez que lo deseara,
sin que lo supieras.
Perdona, pero te robé tu imagen y tu recuerdo.