PRE PUBESCENCIA
Tienes nueve años,
que es casi como no tener ninguno.
Aún te mueves al compás de tus infantiles deseos
porque todavía no te atacó la responsabilidad
ni instaló en ti sus dominios,
ni te puso un peso sobre la vida,
ni te quitó el tiempo de la inocencia.
Aún respiras sin angustias
y te puedes reír sin miedo.
Es triste que los años pierdan su infancia
y que sea necesario hacerse serio.
Sería mejor que se pudiera ser
eternamente niño, eternamente libre,
infinitamente dueño de una sonrisa,
de la felicidad, del juego.
Sería mejor que se cumplieran los sueños,
y aún mejor si no existiera el miedo,
si no hubiera límites, ni frenos,
ni congojas, ni penas,
ni llantos amargos, ni desgarros,
ni dramas, ni duelos.
Sería mejor si la vida fuera sólo vida
sin añadidos ni adjetivos.
Sería mejor si se pudiera corretear,
o mancharse el vestido,
o chapotear todos los charcos,
o disfrutar como niño...
Es una lástima que el cielo esté tan lejos
y que los mayores no sepan serlo,
y que se den tan pocos besos,
y que hoy esté lloviendo.