QUERIDO AMIGO ANTONIO (no me dejo querer)
Antonio:
Te escribo (no te molestes)
para decirte sin acritud (¡qué tolerante eres conmigo!)
que estás confundido (ya lo sé que estoy confundido)
y creo que si te hago ver (ya que no me hablo conmigo)
los vaivenes que te inquietan (que son todos)
y las dudas que te marean (continuamente)
tal vez se te aquiete el espíritu (cosa que nunca ha hecho)
y puedas proseguir (hasta la nada como destino)
tu vida en este mundo (que no siento como propio)
al margen de sus zancadillas (que se esmeran en desestabilizarme)
y sus desencantos. (constantemente continuos)
Para ello, (¿por si acaso funcionara? ¡iluso!)
te hablaré de amaneceres divinos. (la rutina del sol que reaparece otra vez más)
Te hablaré de ríos cristalinos (agua monótona)
de la pálida luna (mejor el sol veinticuatro horas)
de los pájaros y sus trinos (que me revientan la cabeza)
y los niños con sus juegos. (molestos, insoportables)
Te haré ver la belleza de la vida.
(¿Esta frase muerta la has desenterrado de una mala poesía?)
Te mostraré la magia en lo por venir (el futuro no tiene arreglo)
la dulzura en la amistad (cuando los amigos no son unos pesados)
y el cariño en los hermanos. (antes de repartir la herencia)
Te haré sentir cálidas emociones.(estoy inmunizado contra arrebatos)
Te contaré de alegría y felicidad (se murieron por el desuso)
optimismo y esperanza (desterrados a perpetuidad)
ternura y amor. (no vienen en mi diccionario)
Por ti, para ti, (nadie te ha llamado)
inventaré sentimientos (¿para qué?)
fundaré nuevos futuros (que nunca visitaré)
y convocaré a tu Ángel de la Guarda (¿esa nenaza sensiblera?)
para que te muestre la Luz. (gracias: ya sé dónde está el interruptor)
P.D.- En el fondo,
creo que no conseguiré recuperarte... (por supuesto que no)