EL ABUELO JESÚS
Francisco de Sales
Tienes muchos años.
Casi tantos como soledades.
Siempre estuviste solo
en medio de tu familia.
Siempre en la misma soledad,
infinita,
rodeado de los fosos
que tú mismo abriste a tu alrededor.
Ayer, más roto que otras veces,
te diste cuenta de tu futuro y,
por primera vez,
dejaste que las lágrimas
recorrieran los surcos marcados de tu piel.
He pensado, y pienso,
que a un hombre que es capaz de llorar
no se le deben pedir más explicaciones.