RECOMENCEMOS
Francisco de Sales
Digámonos al unísono un adiós definitivo,
uno de esos que cuando se marchan
se llevan las espinas y las huellas y todo lo demás,
y empecemos de nuevo sin nosotros.
Abandonemos en la vereda del olvido
aquellas noches innecesariamente tormentosas,
los besos de hiel, las caricias de esparto,
los silencios armados con puñales,
las miradas dramáticas,
las cadenas que nos desunían,
y rescatemos del desván las alas,
las sonrisas del congelador,
la esperanza del infierno,
y volvamos a iniciar otro futuro
que no nos contenga a los dos.
Usemos el plural sólo para este último acto
de florido perdón y buenos deseos,
y arranquemos hacia el porvenir
con el pasado desenvenenado,
con el perdón lustroso
y un corazón nuevo.