AQUELLA SONRISA
Francisco de Sales
Quiero que me quieras,
gritó mi desesperación.
Y tú esbozaste una sonrisa de poder,
de sueño de venganza satisfecho,
de desprecio en bruto…
y te alejaste sin contestar,
sin piedad,
sin despedirte.
Quedé paralizado,
regado por un llanto prudente,
al principio,
imparable,
poco después,
infinito,
por fin.
Aquella mueca tuya,
empozoñada,
se me aparece a menudo
y me anima a seguir
en mi desesperación.