NO SÉ (NUNCA SÉ)
Me duele este lamentable secano de un llanto apetecido.
Deseo la aparición urgente
de un diluvio lacrimoso
como premio
o castigo
por añorarte tanto.
Las quejas por lo nada que te quise,
por lo mucho que te desatendí,
por el frío de mi desamor,
me pasan factura.
Maldigo al pasado,
aunque sólo es un notario indefenso,
por los vacíos con que le llené,
por su pobre historial,
y por lo mal que te amé.
Es una lástima que no pueda zarandearme,
que no pueda acorralarme,
ni darme una bofetada,
honorable y honorífica,
que me rete a un duelo.
Es un pena que me castigue con el desprecio
y con mi propia indiferencia;
que me niegue el saludo en el espejo,
y que reniegue de mí,
que ya pago con tu ausencia
el cúmulo de mis errores.
Es un dolor no poder rescatarme del laberinto
en el que me pierdo continuamente
buscando la salida del pasado,
la entrada al corazón,
el atajo que me lleve a ti,
y las palabras que te pidan perdón.
Es una duda perpetuamente constante
este no saber qué hacer,
dónde buscarte,
o cómo llevarme de la mano
al olvido reparador de almas destartaladas.
No sé
qué hacer conmigo.
No sé
si quererme
o maltratarme.
No sé
si me sabré perdonar,
si podré aceptarme verdaderamente.
No sé
si hermanarme con este hombre
condenado al arrepentimiento;
si reconquistarme,
si liberarme de la tragedia.
No sé
si algún día recibiré mis abrazos,
mis besos de madre tierna,
o el perdón de hijo pródigo
que vuelve arrepentido.