MILAGRERÍAS
Francisco de Sales
Llegó volando
con sus alas de sueños agitados,
y se posó en mi corazón despoblado.
A la vista de la vasta desolación,
y sin ánimos que compartir conmigo,
dejó una lágrima furtiva,
más como símbolo indescifrable
que como principio de esperanza.
Pero la lágrima fue una semilla de lágrimas
que germinaron en el corazón,
anegándolo,
hidratando las emociones secas,
formando un oasis en el centro mismo
de mi cuerpo desalmado.
Vuelvo a ser capaz de reír y llorar.
De nuevo, vivo.
De nuevo vivo.