MI MUNDO ES OTRO MUNDO
A menudo
-cada vez más a menudo-
necesito cerrar los ojos
y crear un mundo,
que no es mi mundo,
con la imaginación
o en la imaginación.
Será que no me satisface esta vida
-la que parece que es más real-
y necesito completarla,
con aquello que no me dio,
o no le supe dar.
Por eso,
-cada vez más a menudo-,
voy a mi soledad,
bajo la pantalla oscura de los párpados,
y soy levemente feliz imaginándote
desnuda y enamorada,
y poniendo en tu boca las palabras imposibles
que siempre quise escuchar
y jamás me dirás.
Otras veces,
vuelvo al colegio
y juego con plena dedicación,
vacío de mis conflictos actuales,
desatento a la carga de mis años.
También acudo a mi primera cita con una chica,
recreo aquel primer beso,
y lloro nuevamente
porque mi madre acaba de morir.
O acuno a mis hijas
con estos brazos protectores
que ya rindieron su fuerza.
Vuelvo a montarme en aquella noria,
recorro París y su hermosura,
apago de un soplo las ocho velas de mi tarta,
subo a los hombros de mi padre,
o sufro el servicio militar de nuevo.
Con los ojos cerrados
-aislado de este mundo, tan insolente, tan estricto-
y con todos los elementos de la Creación
a mi alcance y mi servicio,
también puedo ver las sonrisas musicales
de todos cuantos me quieren,
o escuchar sus voces llenas de cariño.
Puedo desalambrar lo imposible,
hacer que sean infelices mis enemigos,
llorar sin dolor y sin lágrimas,
domesticar mi nostalgia,
o ser Director de una gran Orquesta.
Por eso,
-cada vez más a menudo-,
cierro los ojos a la realidad
y abro los ojos a mi fantasía,
más amable y más comprensiva,
más fácil y llena de alegrías.