ESTE NO SABER CONTINUO
Estoy perdido,
y desacostumbrado
entre tanta nostalgia.
Yo no entiendo
esto de nacer las lágrimas porque sí,
o que los escalofríos no sean por el frío,
ni que la felicidad que llega
en los placeres que no son de pago
sea tan gratificante.
Esto de que un amanecer
sea tan rico en emociones,
y que el sol sea distinto cada día,
con sus gritos de colores,
que la luna sea tan callada,
las estrellas tan rutilantes,
y el mar tan plácido o tan inquieto,
me desconcierta.
No sé si es bueno
esto de que los recuerdos me avasallen,
atropellando mi cómoda calma,
mi presente exento de inquietudes,
y si es bueno que regresen del olvido
las cosas cargadas de alborotos,
tu voz en un eco cierto,
tus sonrisas como si siguieran vivas,
y en el aire habite un aroma peregrino
recuperado de tu ayer,
y que se siga esparciendo tu esencia
hasta abobarme o embobarme
y dudar de en qué parte de mi vida me encuentro.
No sé si ahondar en las emociones
y permitirme la nostalgia,
desbaratarme,
echarte en falta con lágrimas,
protestar porque nada sea eterno
y que el pasado no sea un destino posible.
Ni sé cuánto daría por volver
a escalar tus pechos y coronar tus pezones,
atravesar la llanura de tu vientre,
ensortijar el bello de tu pubis,
adorar tus piernas de escultura griega,
la humedad tímida en tu boca,
tu lujuria sibilina…
No sé si olvidarte,
que es lo más sensato,
o si nunca olvidarte,
que es lo más atractivo.
No sé.
Nunca sé.
Nada sé.
Pero sigo enamorado.