CONFESIONES Y CONFUSIONES
Como gritos de palomas aterradas...
así es la tormenta que se ha instalado
entre esta piel y estos huesos.
No hay nada más alejado de mí
que la paz,
la calma,
la conciencia de ser yo,
la serenidad del sabio,
o la paciencia de la estatua.
Hay en mí una prisa con urgencias
y unas ganas locas de llegar a no sé dónde.
!Si al menos supiera cuál es el camino...!
Pero es un correr desorientado,
hacia un sitio indefinido,
con un propósito que no conozco.
Ni siquiera sé por qué he de correr.
!Y eso que sé que ya he llegado!
Pero esta ansia idiota de querer buscar...
esta equivocación de no creer en mí
y seguir andando hacia ningún lado,
me impide navegar en mis aguas de hoy,
me impide descansar en esta meta provisional,
me venda los ojos,
me tapa los oídos,
me mata.
Necesito acampar en este momento,
respirar íntimo
ver profundo,
sentir cada pulso,
eternizar cada segundo y soltarlo de inmediato
en un juego de niño que se contenta
con el juego por sí mismo.
Niño.
Sabio.
Niño sabio.
Habrán de dejarme hoy muerto
para que no siga más adelante,
porque si no es así seguiré ansiando,
queriendo,
pidiendo,
dejando que el presente huya hacia el pasado,
perdiendo la esencia íntima de la vida,
perdiéndome la vida,
muriendo...
Ruego a la Luz que me ilumine,
y a los sentimientos que me ahoguen de llanto,
y a las risas que me invadan alma adentro,
y a las caricias que me acaricien,
y a la música que me llene de cantos,
y a Dios que persevere y no me abandone,
y a mí, que me acune en mis brazos.