LA RESURRECCIÓN DE LA NOSTALGIA
De pronto,
antes que mi vista,
antes que mi consciencia,
ha sido el corazón quien me ha avisado
con un estremecimiento.
Antes del sobresalto
es cuando he visto a un chico
que ha pintado un corazón con tiza,
y las iniciales M. y F.
Y es que F., en mi vida, era Felisa,
la niña de ojos verdes que alborotó mi infancia
con el veneno cautivador de sus risas,
con sus miradas inocentes
y aquel único beso tan blanco.
M. era yo,
el niño que ganó el premio de conocerla,
el que recibió un beso blanco
como nunca he vuelto a sentir otro.
En mi corazón brotaron cosquillas,
y en mi sangre nueva hubo alborotos
y manifestaciones desorganizadas de sentimientos
que no supe ni quise aplacar.
Por F. aventé mis primeras lágrimas felices
y volé por sueños y deseos
con las alas vírgenes del primer amor.
Con F. desperté de la vida de niño
y comencé a transitar los caminos imprevisibles
en los que el corazón nunca es experto.
Para F. escribí mis primeras poesías:
rimas perfectas con palabras mal escogidas
y el toque cursi de la inocencia.
Ese chico,
sin quererlo,
ha reverdecido mi nostalgia,
me ha rescatado del pasado,
ha puesto una tiza en mi mano ilusoria
y he garabateado en el aire
aquel mismo corazón,
hoy de nuevo vivo,
y las iniciales M. y F.