ANÓNIMA
Géminis.
Eso es lo que has puesto en el remite.
El anverso estaba sin escribir,
o sea que has sido tú
quien ha dejado el sobre en mi buzón.
No sé si habrás cometido
el acto romántico
de poner un beso en alguna parte.
No lo he encontrado.
Tampoco he encontrado tu olor,
aunque no sé a qué hueles.
No sé nada de ti.
Sé que te has bautizado Géminis
y has dejado en mi buzón un sobre
cuyo vientre discreto contenía una misiva
rezumante de amor y atropellos,
una declaración de desconsuelo
en la que dices que me amas,
que me deseas y me sueñas,
pero no te atreves a desenmascararte,
no eres capaz de cruzar tu sonrisa con la mía,
ni iniciar un diálogo en el que podamos compartir
tu amor y mi desconcierto,
o cambiarnos miradas:
la tuya de espía que me espía por la mía de sorprendido.
Dices que te llevarás el secreto contigo
y que yo te añoraré siempre,
te imaginaré más guapa de lo que eres,
más simpática que tu naturaleza seria,
más dicharachera que tu discreción silente,
pero que nunca sabré quién eres,
egoísta,
tímida,
niña que te escondes en tu propio secreto
dejándome indefenso
ante mi propia curiosidad alterada.
Si adivinas estos pensamientos
preséntate ante mí a cara descubierta,
quítate la máscara de Géminis
ponte nombre humano y apellidos,
ponte ojos, voz, risa,
ponte cuerpo, alma, y vida.