CAZADOR DE ENAMORADOS
Francisco de Sales
Desde mi silencio discursivo
observo a los enamorados.
Les reconozco por su andar distraído,
sus caricias incansables,
los besos sin motivo
y sus manos engarzadas.
Sus miradas son ausentes,
sus gestos nada estudiados,
su idioma inciertamente original
y las bocas sonrientes.
Sus pulsos parecen errantes,
los latidos desacompasados,
el entorno no les importa
ni el futuro, ni el pasado.
Me gusta que el amor no respete
las fronteras ni la edad.