IRÓNICO
Vuelvo a visitar la tumba de mi padre.
Allí sigue.
Tiene frente a él un paisaje de montañas
verdes en primavera,
candentes en otoño.
No lo disfruta.
Se empeñó la muerte en cerrarle los ojos
y en acallarle el corazón de latir,
y desde entonces ya no es el mismo de antes.
Y no sale.
Está irreconocible.
Se está quedando en los huesos.
Con todo lo que hablaba
y ahora es un mudo obstinado,
y un maleducado permanente
que poco a poco está consiguiendo apartarse del mundo,
y que la gente ya no le dirija la palabra.
Ahora no bebe.
Con lo que él ha bebido…
Sigue en su estricta dieta
de no comer sólido
y no ingerir líquidos.
Allá le he dejado un padrenuestro
y cuatro angelitos,
uno en cada esquina,
a ver si consiguen animarle
para que salga de ese agujero de apatía
en el que se encuentra metido.