ACCIDENTE
Francisco de Sales
El autobús frenó de golpe.
Los pasajeros se miraron con preguntas
pretendiendo averiguar el motivo.
El conductor, ágil,
saltó a la carretera,
gritó en exceso,
miró al perro agonizante
y comenzó un lamento.
Los gemidos lastimeros del lastimero perro
avinagraron la herida del conductor,
y le dolieron cruelmente.
El perro le miró sin odio,
le sonrió sin fuerzas,
se despidió mansamente...
El conductor
desparramó las lágrimas
que guardaba para otra ocasión,
entonó una oración sin palabras,
y se marchó andando,
dejando abandonado el autobús.