TORMENTA
Desde el cristal tras el que me escudo
poniéndotelo como límite,
-hasta aquí puedes llegar-
te veo explicarte y expandirte,
sin miedo y sin vergüenzas.
Naces de un capricho que tuvo Dios,
de una riña entre dos atmósferas
o de cuanta humanidad tiene el cielo.
Expresas con gritos y portazos
tu sentimiento de hembra herida;
vociferas posesa, maldices agresiva,
te presentas zarrapastrosa,
malhumorada desafinas.
Pero es igual.
No consigues alejarme
de tu circo y tu pasarela;
me atrapas con el juego de luces naturales;
con las aguas claras que rompes en el parto;
el fondo orquestal, tan atrevido y acertado;
los matices afinados y afilados, muy vivos;
y el color gris que pone puntos suspensivos
hasta tu próxima aparición en el escenario
del cielo.