SOL SIN SOL
Francisco de Sales
Amaneció despacio.
El sol no tenía prisa por ocupar su trono,
así que remoloneó,
se volvió a meter de nuevo en la noche,
se tapó con el manto oscuro,
cerró los párpados
y quiso dormir.
No pudo.
La luna,
harta de una noche revolucionada,
no le dejó demorarse:
arrancó del cielo el tapizado de la noche,
y por la luz de su propia luz,
el sol no pudo dormir.