MI PADRE Y SU ÁRBOL
Francisco de Sales
Aquel árbol raquítico,
pobre,
pasaba el año siendo nada más que unas ramas
huérfanas de hojas,
sin tronco noble.
Desapercibido.
Poca cosa.
Pero en primavera,
durante unos pocos días,
pero suficientes para que se notara,
paría unas flores grandes,
de un color exclusivo
que nunca he visto en otra parte.
Para mi padre, era su árbol.
Cada año nos lo enseñaba,
como si no lo conociéramos.
Después le escribía una poesía,
y con ella compensaba
el olvido del resto del año.