DESCARRIOS
Debería desandar los barrancos de tu corazón,
volver al estrecho encierro en el que siempre viví
y no tratar de desenterrar pasados
con la imprudencia y la osadía
de quien no conoce que el final de todo son los lamentos.
Debería alcanzar mejores metas en esta vida:
sólo aquellas que llevaran en su sangre
el Santo Estigma de los Santos Clavos de la Santa Cruz,
o sino, como mucho, ahondando en la osadía,
debería emprender el camino intransitado
que iba de mi corazón al tuyo pasando por el infierno.
Debería entretener mi disconformidad
en la noble tarea de plantar madreselvas
a lo largo y ancho de este camino de perdición,
o podría rezar a los Santos Disidentes,
aquellos que abandonaron la indisciplente disciplina,
y pedirles luz turbia, luz ciega, luz apagada,
o faros confusores que engañan con maestría.
Debería rendirme, y aceptar que la nada es todo,
tus besos son calderilla, el amor una trampa,
la vida una afrenta, el cielo una baratija,
el porvenir una mentira, y que tú no existes.