TODO ES POSIBLE
Francisco de Sales
Sentí una puñalada de rosas.
Me llevé las manos a la herida
y me empapé de sangre caramelizada.
Hurgué en mis tripas aprovechando el agujero.
Serpentinas, confeti, enanos, dulces…
encontré una despensa en fiestas,
hombres que me imitaban
y el pasado de la humanidad.
Siguió manando un caldo luminoso.
Entonces eché en falta el dolor.
Ningún dolor.
La herida cerrándose como el telón de un teatro,
sin aplausos de los asistentes,
y sólo el silencio por compañía.
Ven al Cielo, dijo una voz.
El infierno te recibirá mejor, dijo otra.
No sé qué hacer, pensé.
Yo sí sé, dijo la voz primera.
¿Qué?, dijo la segunda.
Despertarte.