A SALVO DE MÍ
Francisco de Sales
No sabría esconderme
en las calles vacías nocturnas
ni en las calles turbulentas
de los días cotidianos.
No sabría esconderme
en la luz exultante del Caribe
ni en la oscuridad impenetrable de la noche.
No sabría esconderme
en el páramo despellejado
ni en una populosa manifestación.
No sabría.
Tendría que ensayar el arduo oficio
de hacerme desaparecer
de mi vista,
y de tu recuerdo,
para no ser intoxicado
irrecuperablemente.
Habré de aprender del mago,
o del encargado de guardar el botín de un robo,
o de las castañeras en verano.