Francisco de Sales - Relatos

EL PIANO

Francisco de Sales 

   

Lo más complicado era trepar el taburete del piano, que para mí era el trono desde el que mi padre reinaba el mundo de la música.

        En cambio, levantar la tapa no me suponía ningún esfuerzo y era abrir el mundo de la magia.

        Para mi imaginación, aquel piano era una ballena varada en el salón, con su cola larga y sus tripas llenas de cuerdas y macillos, y las teclas eran dientes mansos a los que arrancaba distintos sonidos según cuál fuera el diente que tocara.

        Así comencé a tocar, de un modo aleatorio, y así fui aprendiendo en mi memoria la diferencia de sonido entre cada una de ellas. A partir de entonces, cuando tocaba mi padre trataba de adivinar qué dientes iba apretando para completar cada canción.

        Algunas veces me despertaba de madrugada, antes que el sol, y, en la cama, dedicaba toda mi atención a las melodías que se engarzaban solas en mi cabeza.

Me levantaba porque quería averiguar las teclas que podían repetir las notas tal como las escuchaba, y escalaba el infinito taburete, levantaba la tapa, y presionaba levemente las teclas, con un mínimo roce de mi dedo infantil, nada más que para avivar tenuemente las notas para que sonaran lo mínimo y no despertaran a mis padres.

Encontraba la primera nota después de algunos intentos. Buscaba la segunda, que sonaba en mi cabeza repetitivamente, como un disco rayado, hasta que fuera capaz de localizarla en el teclado, y cuando ya tenía dos juntas buscaba la tercera, y la cuarta, y así lograba reunir unas pocas más que luego repetía una y otra vez, hasta que se grababan en la memoria y era capaz de tocarlas casi sin mirar.

Mi padre, sabiamente, nunca vino a llamarme la atención.

Me gusta imaginar una sonrisa, de satisfacción y compasiva, en sus labios, y me gusta creer que entonces cogería la mano de mi madre, la miraría felizmente sin decir lo innecesario, y se sentirían muy orgullosos de mí.

Así y ahí comenzó mi relación con el piano.

Los siguientes años han sido años de matrimonio feliz.

Pasamos muchas horas juntos.

Yo le digo lo que siento y él lo dice con música.

Yo lloro y él pone las lágrimas.