LAS PALABRAS, LAS POESÍAS Y SU EJECUTOR
Francisco de Sales
Esclavo de los versos,
escribano por obligación y notario casi fidedigno,
escucho en la insonora inspiración
frases incomprensibles,
desorganizadas por una retahíla de palabras presurosas
que no saben alinearse bien.
“A formar”, digo militarmente.
Verbos, adjetivos, adjetivos...
todos se amalgaman con buena voluntad.
Les respeto o no les respeto.
Desorganizo aún más el caos caótico.
Remezclo pésimamente la disparidad.
Compongo frases sin sentido.
Intento aderezar el guiso gramatical.
Convierto el desorden en sinsentido.
Me inmiscuyo en mi cabeza.
Enfrío las poesías.
Y, a veces, las mato.
Pero mando yo:
soy quien sabe escribir las letras
y ellas no.