INCÓGNITA
Francisco de Sales
A veces me duele ser poeta.
Pienso que
si la sensibilidad no me creyera su esclavo
y
si las emociones me respetaran,
estaría más tranquilo.
Ahora mismo,
en vez de rellenar esta hoja de reclamaciones,
sin destinatario,
podría estar engañándome,
sin remordimientos,
con un programa televisivo,
preferiblemente hipnótico,
a salvo de terremotos,
inmunizado contra los ataques de mi corazón,
indemne en mis conflictos tan vivos,
y aparentemente feliz.
No sé,
a estas alturas,
si quiero ser de piedra,
o poeta.