COMO NOS PASA A MUCHOS
Francisco de Sales
No sabía que era un pájaro.
Le habían convencido,
broma macabra,
de que era una piedra y de que se estuviera quieto.
Nunca voló.
Se creyó piedra de ojos abiertos.
Siempre pió para sus adentros.
Protestó sin ruido.
Calló sus lamentos.
Mudo,
silente,
quieto,
vio pasar su vida mientras que otros pájaros,
más inquietos,
agitaron sus alas,
elevaron los cuerpos,
bailaron en el cielo,
volaron.
Piedra con plumas.
Cuerpo pétreo.
Tanto por volar...
y tú tan quieto.